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Las drogas provocan la caída libre del deseo sexual

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    Redacción
  • 2 may 2018
  • 2 Min. de lectura

Khadija Ftah


Las canciones, la cultura y la propia sociedad nos han llevado a pensar que la relación entre drogas y sexo (y rock and roll) es una combinación perfecta. Sin embargo, la ciencia nos dice otra cosa bien distinta: las drogas producen un efecto fatídico en las relaciones sexuales.


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Normalmente se piensa que las personas que consumen drogas tienen una mayor disposición a responder de forma positiva ante estímulos sexuales, y en diversas investigaciones se ha descubierto que no es así, que las personas consumidoras son más erotofóbicas (rechazo al sexo).


Es cierto que los efectos inmediatos de las drogas pueden causar desinhibición, aumento de sensaciones, seguridad, excitación, pero el consumo habitual de ellas puede producir muchas dificultades en la respuesta sexual.


Ninguna droga incrementa el deseo sexual, son solo sensaciones pasajeras, ya que esto depende de la concentración de hormonas en el organismo como la progesterona, la testosterona y la feromona.


Las drogas pueden influir de tres maneras sobre la actividad sexual: pueden afectar el deseo, la excitación y el orgasmo. La respuesta sexual es promovida por el sistema nervioso que produce unos químicos llamados neurotransmisores. Si una droga interfiere el paso de los neurotransmisores, los mensajes normales se verán distorsionados y la conducta se alterará;


Los efectos químicos de algunas drogas inciden directamente sobre el cerebro, modificando el funcionamiento de los centros reguladores de la sexualidad, mientras que otras sustancias lo hacen sobre los centros nerviosos periféricos que controlan la actividad de los órganos genitales.


La Marihuana y sus derivados hace que al principio las personas se sientan más sensuales o más sensibles, esto puede ser debido a dos efectos que provocan estas drogas: sensación de bienestar (euforia, risa incontenible, desafío de los límites sociales y tabúes personales, e hipersensibilidad de los sentidos. Sin embargo, su uso crónico está relacionado con la disminución de los niveles de testosterona (hormona sexual masculina) lo que se traduce en una disminución del deseo de ambos sexos. En algunos casos se produce en las mujeres una disminución de la lubricación vaginal, que en ocasiones hace el coito más doloroso. En los hombres hay una alteración de la espermatogénesis y puede haber disfunción eréctil.


El efecto de la cocaína, independientemente de la vía de administración, es similar al de las anfetaminas: estimulación, sensación de bienestar y euforia, excitación, inquietud, locuacidad. Sin embargo, provoca en seguida una caída de la dopamina. Esta droga a la larga provoca disfunción eréctil, priapismo (erección mantenida y dolorosa), impotencia situacional y bajo interés sexual.


Las anfetaminas son drogas estimulantes que en pequeñas dosis pueden provocar una sensación de exaltación, por lo que algunos adictos, especialmente las mujeres, informan de un incremento en su deseo sexual, pero tomadas en dosis mayores o si se ingieren normalmente, las anfetaminas reducen la excitación y disminuyen la respuesta sexual.


Desde siempre el alcohol, el opio y otras sustancias parecidas, se han utilizado para obtener una alteración de los estados de conciencia y para distorsionar el sentido de la realidad, pero sexualmente, los efectos de estos son, en el hombre; las alteraciones del interés sexual, el retraso en la eyaculación y el fracaso en la erección, y en la mujer; producen alteración en el interés sexual.


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